martes, 18 de agosto de 2009

Encrucijada de camimos - El nuevo universo


Viernes 15 de Julio de 1994 - salí del colegio pasando al 4to grado de primaria, vivía en una maravillosa ciudad con mis padres que me complacían en mucho de lo que podían y pedía claro está, pero un día las cosas cambiaron de repente. Mis abuelos llegaron de sorpresa y yo tenía mi maleta lista. ¡Qué bien!, ¡Nos vamos de viaje! Toda la familia se preparo, y nos embarcamos en una de las cosas que más me gustaba, viajar por carretera. Mucho compartir y risas invadían la mini van que mi papá había alquilado para que toda la familia viajase junta.

Después de muchas horas llegamos a un caserío bastante descuidado y polvoriento. Recuerdo que al entrar estaba la escuelita publica... Había solo una entrada y salida del pequeño poblado; esa vía conectaba con casi todo. Tenía una pequeña capilla que parecía ser nueva y estar recién inaugurada y al final de toda esa trocha por fin nos detuvimos ¡¡¡qué bien!!! Llegamos al pequeño refugio de mis abuelos. Una casa que no le envidiaba nada a una casa de la metrópolis con agua caliente, piscina y hasta el recién llegado a Venezuela Direct TV... Toda una novedad!, Ellos vivían su retiro de maestros jubilados en la más absoluta comodidad.

Tuvimos un fin de semana grandioso pero algo pasó de momento. Llegado el domingo, mis padres recogían todo al igual que mis hermanos mayores pero como cosa bastante atípica mis cosas seguían en la maleta y otras colgadas en el closet. De hecho al salir percibí algo bastante extraño puesto que mi maleta era la más grande, a lo que no le di importancia. Al llegar el medio día mis padres me dieron la gran noticia. “hijo te quedas con tu abuela una temporada.” que pueden esperar de un niño con escasos 9 años - Gritos!, Pataleos!, Llantos! - y hasta rabia. Estaba desconcertado pero no podía hacer más... Eché a correr y me encerré en el cuarto... mis padres intentaron dialogar y no quise salir poco después los vi escondido tras las cortinas sacar el carro del estacionamiento y alejarse. Hundido en la tristeza por aquel suceso me pasaron muchas cosas por la mente. ¿Pero qué hice? ¿Porque mis padres me dejaron acá? ¿Cómo se suponía que debía interpretar aquel choque tan fuerte? el mundo se me hizo pedazos.

Allí estaba yo, el pequeño Santiago Soria, un niño promedio, bastante normal para mi edad. Con un poco de barriguita – es que era todo un consentido en la casa – hiperactivo pero que detestaba los deportes y acostumbrado al suburbio, envuelto de golpe entre metros de monte sin cortar, vacas y cerdos de mascotas, donde las diversiones eran caminar hasta la quebrada, jugar gurrufío, trompo y pichas!! NOOOOO!!!!! Yo estaba acostumbrado al video juego del momento el “Súper Nintendo!” este se había quedado en casa, mis hermanos mayores ahora lo disfrutaban.

Ya pasó 1 semana y la casa de mis abuelos, en medio de tantas comodidades, no contaba con teléfono, era algo imposible en aquel caserío, para poder comunicarnos teníamos que ir al gran pueblo que quedaba a 20 minutos en carro de la casa, allí tomábamos en la encrucijada de los viajeros un teléfono público donde por fin después de hacer una larga cola podíamos acceder al tan preciado servicio. Yo sin saber nada, mi abuela llamó y comenzó a conversar; no sabía con quien, pero resultó ser mi madre, y luego de una pequeña tertulia decidió pasármela. La sensación de aquel instante cuando escuché su voz fue una mezcla extraña de ganas de llorar y felicidad extrema – era mi MAMI...! - estaba profundamente feliz y le pedí explicaciones, no entendía los motivos por los que me dejaron, y le pregunté: “¿mami tu me quieres?” ¿Por qué me dejaste aquí con mis abuelos? ¿Qué hice mal? Y ella rompió el silencio diciendo: “hijo, mi amor es por tu bien, algún día comprenderás lo que hacemos por ti. Ten paciencia ya volveremos a reencontrarnos muy pronto.”
Fue suficiente para que una lágrima de mis ojos cayera. Pero sus palabras me reconfortaron, me sentí como en una especia de trance feliz. Ella si me quería de verdad. Aun no entendía del todo lo que hacía, pero ella estaba allí lejos pero estaba.

Lunes 3 de Octubre de 1994 ya pasaron casi tres meses, las vacaciones habían culminado y en medio de retrasos era hora de comenzar el nuevo año escolar, recuerdan la escuelita, pues allí me tocó estudiar, lo recuerdo como si fuese ayer, solo habían seis salones y los tres de preescolar en el fondo del colegio, poseía un comedor donde estaba la típica señora gorda que sirve el almuerzo, y en el otro extremo estaba la oficina de la directora Martínez amiga y colega de mi abuela, se conocían desde hace mucho, tenían mucha confianza y se contaban numerosas cosas incluyendo lo que hacía y dejaba de hacer en el colegio, mi maestra era un sueño, amable, simpática y de trabajadora y de bien corazón, por cierto tenía una hermana gemela que era esposa del dueño de la única farmacia del todo el pueblo. -Pero como tengo facilidad para desviarme retomemos la historia.

Ninguna historia está completa sin el mejor amigo, y ese era Abel Martínez, un chico muy delgado blanco, alto, algo pálido y un poco amanerado, y si efectivamente no es coincidencia el “Martínez”, él era nieto de la directora, así que, ¿qué mejor compañero para las travesuras?, jugábamos, lo compartíamos todo, éramos inseparables, fue mi único verdadero amigo en aquel nuevo universo llamado Humacao.

1 comentario:

  1. Esperaré la continuación de la historia... me gusta (y), besitos y no dejes de pasar a tomar un coctel, TQ

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