sábado, 22 de agosto de 2009

Encrucijada de caminos – La Amistad


Humacao poseía un encanto particular en medio de tanto polvo y casas que en su mayoría estaban descuidadas y abandonadas a la suerte de Dios.

Su gente tenía una personalidad humilde – bueno al menos a los que tuve la oportunidad de conocer– era una gama maravillosa de personas, que en ocasiones me hacían olvidar que estaba en aquel mundo paralelo donde tener teléfono fijo era un lujo y la bicicleta era el principal medio de transporte, pocos podían tener un carro.

Desde muchos puntos de vista ese poblado me regaló una fuente ilimitada de enseñanzas. Puesto que transitaba por la edad de los porqués y las preguntas, debía saberlo todo como un curioso insaciable, el conocimiento era lo que más me llenada, bueno, aun así lo es, sin embargo mis aprendizajes más significativos fueron, la amistad, la humildad, la creatividad, y por último una experiencia que si bien es cierto no supe catalogar a mi corta edad, fue la más importante y difícil de manejar, marcando mi vida para siempre.

-AMISTAD-

El año escolar transcurría con total normalidad, pero a mi amigo Abel lo molestaban con mucha frecuencia por ser un poco amanerado, fue estigmatizado como “marico”, ofendido y hasta maltratado físicamente, lo humillaban hasta en el recreo, de verdad era una situación que siendo él no sé como hubiese soportado, mas sin embargo su abuela, la directora del colegio no hacía nada al respecto, cuando Abel le contaba en la privacidad de la casa todo aquello que le ocurría ella decía que exageraba y que no les prestase atención, a todas éstas Abel y yo jamás tocábamos el tema, en las tardes después de hacer nuestras tareas, salíamos a jugar, yo jamás lo cuestione, por el contrario, estaba de su lado cuando se metían con él, todo esto afianzo nuestra amistad, pero un día, estábamos saliendo del colegio y terminaban de insultarlo, en un sendero camino a nuestras casas decido preguntarle, ¿Abel a ti te gustan los niños? -creo que no le gusto la pregunta- sin pensarlo me golpeo a la cara, y el que hace unos segundos era mi mejor amigo se volvió mi atacante, el estaba lleno de rabia por todo lo que estaba pasando y la verdad nadie parecía comprenderlo, su modo de drenar todo aquello era fustigándome sin control, en ese instante en medio de azotes Abel rompió en llanto y se echó al suelo, el estaba abatido, de momento me paralicé y lo único que hice fue sentarme a su lado y mantenerme en silencio, él lloro hasta que las lagrimas se le secaron y al cabo de un rato se calmó, lo ayude a levantarse, y me miro a los ojos y me dijo solo una palabra GRACIAS. No cruzamos palabras en el camino restante hasta nuestras casas, pero tenía la certeza de que a pesar del impasse de esa tarde todo estaría bien, aunque su orgullo no le permitió decir nada más, allí supe que él era mi mejor amigo.

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