sábado, 5 de septiembre de 2009

Encrucijada de caminos – La Humildad


Santiago nació en una ciudad con muchas oportunidades y de pujante desarrollo económico, donde era posible prosperar, se podía alcanzar un nivel de vida acomodado de clase media con uno más que otro lujo.

Su formación giró en torno a un mundo de aparente de ostentosidad – al menos eso pensaba él - era un chico al que todo se lo daban, - bueno casi todo - , en resumen no tenía idea de conceptos tan básicos como la humildad o la comprensión de quienes no tenían la misma “suerte” que disfrutó él al llegar al mundo con padres tan trabajadores.

Allí estaba su segundo aprendizaje, la humildad, el aprender a ver el mundo con una perspectiva distinta a la que él estaba acostumbrado, en medio de vehículos del año, centros comerciales y costosos video juegos, la vida en el campo era un vuelco de 180° donde lo que parecía simple y en ocasiones común en su ciudad de origen, en Humacao era la sensación, su gentilicio era algo impresionable decía él.

La Vida de Santi – como le decían de cariño- en Humacao era bastante sencilla, casi todo ocurría entre el colegio y la casa – jajajaja – la verdad no existía gran diversidad de actividades, lo infaltable era jugar con Abel todos los días. A veces iban a las orillas de la quebrada, y entre de la vegetación, las rocas y el fluir del agua fría Santi contaba historias fantásticas de la vida en la ciudad, la boca de Abel jamás se cerraba de la impresión que le causaba aquella descripción de la gran metrópolis de la cual provenía Soria.

-HUMILDAD-

Pasaron algunas semanas y la maestra llegado el viernes, le pide a todos que realicen una actividad que beneficie al colegio, pudo ser, desde pintar, hasta reparar algo, y Santi se preguntó ¿qué podía hacer?, pues él estaba sentado sobre la respuesta, el colegio contaba con muchos pupitres sin mantenimiento y bastante deteriorados, así que se le ocurrió reparar uno, idea que le comento a Abel, decidieron hacer uno cada uno, y quien mejor para ayudarle a materializar aquella laboriosa tarea que el señor Alfonzo.

El Sr. Alfonzo, era grande, fornido, velludo, y fuerte como leñador, otro profesor retirado que vivía bastante cómodo con su esposa dedicada al hogar. Le gustaba realizar actividades diversas, una de ellas era hacer quesos, los cuales vendía en el pueblo, también poseía varias cabezas de ganado en una finca cerca de su domicilio, este virtuoso hombre además trabajaba maravillosamente la carpintería, los árboles frutales, y las taparas.

Esa tarde Santi fue a su casa a eso de las dos de la tarde, y le contó lo que tenía que hacer como actividad del colegio, y el accedió ayudarlo. –la emoción lo invadió- lo abrazó y le dijo gracias, gracias, gracias! y salió de allí corriendo a su casa.

Todos los días se reunían al menos una hora, el señor Alfonzo no se conformo con enseñarle a trabajar carpintería, sino además a obrar con las taparas para hacer tazas, tazones y como decorarlas con el calor usando sellos. Él fue uno de esos hombres que en la vida jamás se olvidan puesto que le mostro una parte de su mundo y sus conocimientos desinteresadamente, tanto así que se sentía parte de su familia.

A la semana siguiente, Santi al igual todos sus compañeros tenían sus labores hechas - incluso Abel -, su tío lo ayudo pero no lo hizo muy bien, de hecho el acabado fue terrible, y sin darse cuenta todos incluso su mejor amigo no paraban de reír por el pésimo trabajo de Abel, ridiculizado por todos salió del salón, mientras, Santi se estaba llevando los créditos de su maestro en carpintería, puesto que él realizo casi todo el trabajo. El pupitre quedo asombrosamente acabado y el señor Alfonzo tuvo el detalle de tallarle -hecho por: Santiago S.- 94- - todos estaban maravillados-

Los trabajos debían ser expuestos ante los maestros y demás compañeros, hablar de quienes los ayudaron a realizar aquella tarea. La intervención del joven Santiago fue interrumpida por una voz bastante grave, – era el señor Alfonzo – el estaba al fondo del salón y no lo había visto, y escucho cuando le decía a todos que había realizado el trabajo solo;

Él solo dijo:

-hijo, cuánto más alto estemos, más humildes seremos.

Y sin añadir más se retiro.

Allí estaba Santiago enrojecido de la vergüenza por tal lección, en ese instante entendió el valor de la humildad, desde reír del trabajo de Abel hasta de la manera en la pensó en atribuirse en su totalidad la realización de aquella actividad. Sintió que había traicionado la confianza de aquel hombre que había abierto las puertas de su corazón y su familia para llenarle de conocimientos.

Después de un incomodo silencio de la audiencia, cambio totalmente aquel discurso de egocentrismo absoluto, y contó la verdad – Se sintió humillado por sus palabras – él tuvo la culpa de todo aquello, así que merecía la lección.

A pesar de su arrogancia inicial, al terminar aquella tortura emocional Abel se acercó a Santi y le dijo, “tranquilo Santi que yo se que tú eres bueno” – él no pudo articular palabra alguna- y me fue a casa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario